Atrapado en mis pensamientos

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Siempre hay alguna cosa, algún pensamiento o problema que está ocupando o absorbiendo mi atención. Esa es una de las adicciones más grandes de mi cerebro: tener un problema que resolver. Hay cosas que no pueden quedar sin comprender o sin resolver. Estos pensamiento en particular producen una sensación que es difícil de explicar… podría decirse que uno está metido en esa película, está enganchado. Es un drama que de alguna manera resulta interesante, requiere atención. Y entonces deja de ser un simple problema. Un problema es algo práctico, algo que tiene una solución, algo donde mi ego no está necesariamente involucrado. Un problema es un acertijo en una revista, es tomar las medidas de un madera para luego cortarlas y hacer una caja, es sacar cuentas matemáticas. Eso es un problema. Pero en ésto otro hay otra cualidad, otro sabor. La persona está constantemente pensando en ésto. Lo atormenta. Está involucrada. Hay emociones, hay frustración. Ese ese tema en particular que se repite día tras día. Es muy fácil de notar en otras personas porque siempre hablan de eso.
Una vez que ya he percibido un problema de éste tipo, tengo que ocuparme de él de alguna manera y buscarle una solución. Yo supongo que ésto le pasa a la mayoría de las personas en mayor o menor medida. Quizás la forma del problema cambia, pero cómo uno se lo toma es en esencia es lo mismo. Algunas personas tienen problemas relacionados con la salud, o las relaciones, o el trabajo, etc. Pero el patrón es similar: una vez que conozca al príncipe azul, una vez que tome la decisión correcta, una vez que pase eso que estoy esperando, mi vida va a estar resuelta. No importa de qué ámbito de la vida se trate, una vez que pueda resolver ese problema y encontrar esa solución perfecta, todo va a estar bien. Como luce esa salvación por fuera, no importa.

Yo tengo la teoría de que las personas con altas capacidades tendemos a quedarnos más tiempo aferrados a los problemas. Eso es idea mía, no se si realmente es así. Pero creo que cuando vemos un problema, tendemos a hincarle el diente y no soltarlo hasta que está resuelto, hasta que lo podemos comprender. Se convierte en una obsesión muy rápidamente. Y ahí es cuando cambia la relación, ya no es un problema que yo busco resolver, sino que es el problema el que me persigue a mi. Por eso digo que se vuelve una adicción, algo sobre lo que ya no tengo control. Pienso en eso todo el tiempo. Lo cual es muy agotador. Me pongo a pensar en lo que dice en el libro “El don de la Sensibilidad”: Las personas con altas sensibilidad son más sensibles a ciertos estímulos y al estar mucho tiempo expuestos a determinados estímulos necesitan un descanso para recuperar energías. Me pregunto que pasa cuando la fuente de ruido no proviene de afuera, sino de adentro. Qué pasa cuando el ruido me sigue a dónde sea que vaya?

Notando el apego

No puedo soltar el problema a menos que lo resuelva. Lo cual es muy irónico, porque me molesta tener ese problema entonces podría parecer que quiero deshacerme del problema… pero a la vez no quiero. Estoy dispuesto a dejar el problema sólo cuando lo resuelva. Aparentemente esa es la única salida, la única escapatoria. Pero por qué se siente así? Por qué es una sensación desagradable de la cual quiero escapar?. Creo que justamente esa sensación de querer escapar de mi historia demuestra que estoy metido en la historia. Por qué otro motivo querría escaparme?. Si yo no estuviese atrapado por el problema, no existiría ese deseo de escapar. En otras palabras, si yo no me aferrara tanto, si yo no le permitiera al problema apoderarse de mi, si no le diese ese poder, la sensación de querer escapar no emergería. Uno quiere escapar sólo de los lugares dónde está atrapado. Si yo quisiera salir de ésta habitación, bastaría sólo con pararme y caminar por la puerta. Pero no pasa así con los problemas.
Adyashanti describe ésta experiencia de una manera que me gusta mucho, dice que es simplemente cómo irse del cine. Es estar viendo una película y simplemente pararse e irse. Cuando veo una película no necesito escaparme de la película, sólo dejar de verla. Casi que no tengo que hacer un esfuerzo para dejarla ir. El esfuerzo lo estaba haciendo al verla. Lo mismo se aplica a ésto, en algún lado estoy haciendo un esfuerzo por tener un problema…
Una forma muy simple de notar cómo estoy aferrado es tratando simplemente de dejar el problema sin resolver. Imaginando que nunca voy a resolver el problema: ya sea que nunca voy a obtener ese trabajo soñado o nunca voy a conocer a esa pareja ideal, lo que sea… en mi vida eso no va a pasar NUNCA. Al hacer ésto puedo sentir, realmente sentir físicamente la emoción del apego. Quiero tener ese problema, quiero resolverlo. Puedo sentir como me he aferrado a la sensación de buscar, a la ilusión de encontrar esa respuesta, a esa identidad en particular. Si lo intento soltar puedo sentir una sensación muy palpable de no saber qué va a pasar en el futuro, de pérdida de control. Si dejo de tratar de resolverlo, qué hago? Qué va a pasar conmigo? Aparentemente no soy capaz de soltar esa búsqueda. No soy capaz de dejar ir ese problema y aceptar lo que es. Que pasaría si simplemente dejo de buscar?

Incluso desde un punto de vista muy práctico, si quiero resolver un problema, la incapacidad de dejar los demás problemas sin resolver es un peso que me impide enfocarme y resolver el bendito problema. Mi mente está hablando todo el tiempo y diciendo: deberías resolver ésto, y aquello, y has subido de peso, y de qué vas a vivir? Qué pasa si te enfermás de ésto? Etc. No puedo concentrarme, soy disfuncional.

El Ladrón y el Policía

A lo que quiero llegar con todo ésto, es a algo muy simple: Estoy tratando de resolver un problema que yo estoy eligiendo tener. Yo mismo me estoy imponiendo ese problema. Al tener un problema, tengo un drama en mi vida, algo interesante, algo que me tiene expectante: Voy a elegir la opción correcta? Va a salir bien? Va a salir mal? Voy a conocer a la pareja ideal? Voy a ser exitoso?. Pero si ese drama no está… la vida es… sólo la vida. Y hay algo dentro de uno, que por más extraño que parezca, prefiere ese drama antes que tener una vida tranquila y estar aburrido. Yo me estoy aferrando al problema y queriendo soltarlo al mismo tiempo. Acá yo soy tanto víctima, cómo victimario. Soy quien quiere escaparse de una cárcel que yo he creado. Puedo decir que las presiones son impuestas por alguien más, pero yo las he adoptado. No se por qué pasa ésto, pero entender que éstos problemas no vienen desde afuera al menos me da una dirección hacia la cual mirar.

La situación se vuelve más frustrante cuando mi cerebro se enfrenta a una imposibilidad. A un problema que no tiene solución. No puedo, por ejemplo, conseguir una seguridad absoluta de que voy a estar bien y a salvo en el futuro. No puedo lograr que a las personas les guste lo que yo hago. Pero mi mente aún así, se rehúsa a aceptar esa realidad e intenta resolver éstas situaciones. Lo cual es sumamente ridículo, porque soy lo suficientemente inteligente para ver que no puedo resolver o controlar esas cosas, pero lo suficientemente terco como para no aceptarlo. Mi mente sigue royendo ese hueso pensando que lo va a poder resolver. Es cómo una especie de inteligencia estúpida. Es cómo saber que no puedo tocarme el codo con la lengua, pero perder horas y horas del día intentándolo y rehusarme a rendirme hasta que no lo logre.

Mi vida está resuelta

Supongamos que encuentro ese trabajo perfecto, o esa pareja perfecta, o lo que sea que mi mente esté buscando. A partir de ese momento, en teoría, voy a tener mi vida resuelta y no voy a tener nada de que preocuparme. Genial. De ahí en adelante voy a estar tranquilo. Pero qué pasa con el tiempo antes de ese momento? Supongamos que sea cierto, que una vez que encuentre eso, listo, problema resuelto. Hay una parte de mi mente que piensa que resolver el problema actual no sólo es resolver el problema actual, sino que representa también el fin de los problemas. Por un momento supongamos que es así: de ahí en adelante no voy a tener nada de que preocuparme, esa parte de mi vida, todo lo que venga a partir de ese momento ya está “resuelto”. Pero que hay de la vida antes de eso? Qué pasa con éste momento, en el cuál evidentemente no tengo lo que quiero? Realmente tengo que vivirlo como una agonía? No hay otra opción aparte de esperar? Porque eso es lo que estoy haciendo: vivo esperando.

Y qué pasa si cuando resuelva éste problema, aparece otro nuevo problema y me aferro a ese? Basándome en las evidencias así es cómo ha sido mi vida. Cuando finalmente he rendido ese examen en la facultad que tanto me agobiaba, otro nuevo set de problemas han ocupado ese lugar. Cuando he conseguido ese trabajo, otro problema ha aparecido. Entonces toda la promesa de que cuando me saque ésto de encima me voy a sentir bien es una ilusión. Mientras uno esté en oposición con la realidad, mientras uno perciba una separación, en cualquier forma que sea, esa separación va a seguir re apareciendo una y otra vez. Quizás la forma sea diferente, quizás el próximo problema va a estar relacionado con mi salud, o mi casa y no con mi trabajo. Aunque a decir verdad ni siquiera la forma de los problemas varía mucho, lo cual es bastante frustrante. Aparentemente tendemos a aferrarnos a problemas que son bastante similares. Sea como sea, hoy voy a resolver éste problema, pero mañana va a aparecer un nuevo problema imaginario que requiere mi atención y así. Entonces, si voy a seguir teniendo problemas con la realidad durante un buen tiempo, no sería bueno aprender a pasar por estos estados de una manera que no sea tan agónica? Buscar la manera de tener una buena convivencia con los problemas. Destinarle un poco de atención a eso. Si resuelvo o no mis problemas eso ya se verá, pero que pasa con eso que persiste problema tras problema?

Ahora, éste momento, así cómo es, sin tener todas las cosas que quiero tener, cómo lo voy a vivir? (Incluso éste momento donde aún no se cómo convivir con mis problemas, éste momento)