La Curiosidad

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La vejez es la pérdida de la curiosidad.
José Martínez Ruiz Azorín

En posts anteriores he escrito acerca de 2 formas diferentes de ver la vida que conozco:

He vivido gran parte de mi vida siguiendo la primer forma, creyendo que tengo que saber antes de hacer. Es algo que está implícito en el funcionamiento del sistema educativo actual de mi país (y de muchos otros países): Los niños aprenden toda una serie de contenidos sin realmente saber para que sirven. Esto los prepara -supuestamente- para luego hacer. Primero se aprende, luego se hace. Esa es la manera en la que funciona el mundo. Si no se nada no puedo hacer nada, estoy condenado a una parálisis psicológica. Si no se que es lo que quiero, ni se cómo conseguirlo ¿qué hago con mi vida? ¿Como me muevo hacia el futuro?.

Esas preguntas son resultado de esa mentalidad. Si creo que necesito saber antes de hacer, efectivamente no puedo hacer nada sin antes saberlo, Sin embargo esto es cierto SÓLO visto desde esa perspectiva. En realidad no es necesario saber antes de hacer. No es un requisito esencial de la vida. No hay nadie chekeando que yo sepa o no. No hay un policía controlando: “A ver señor, donde está el certificado de que usted sabe algo? No lo tiene? Bueno por favor salgase de la fila y deje de vivir.”. No funciona así. Si no se que hacer con mi vida, la vida sigue moviendose. Se mueve hacia un lugar desconocido, pero se mueve. La vida no espera a que yo decida, no necesita de ningún esfuerzo de mi parte para moverse hacia el futuro.

Puede ser algo amenazante ir hacia lo desconocido, puedo sentirme inseguro, atemorizado, etc, pero la vida no se ha detenido ni se va a detener. En ese andar yo, indefectiblemente, voy a hacer algo. No soy capaz de sustraerme a mi mismo de la experiencia de vivir. Por ejemplo: El sábado que viene hay un encuentro de educación al que en su momento me interesó ir, y ahora no se que hacer. Dudo si ir o no. Sin importar que yo sepa o no que hacer, el sábado va a llegar y algo voy a hacer ese día. Iré o no iré, pero el sábado va a llegar de todas maneras y me va a encontrar haciendo algo. No puedo “hacer nada”.

Por lo tanto la necesidad de saber, la necesidad de tener cierta certeza previa, no es una necesidad real sino psicologica. Es una información que he aprendido a necesitar. ¿Qué pasa si suelto esa necesidad?

Algo.

Así de simple. Algo sucede.

Aparentemente si no se que quiero, mi vida está a la deriva. Mi vida es como un auto que avanza a toda velocidad sin un conductor en el volante y eventualmente voy a chocar contra la realidad, y voy a arrepentirme de no haber decidido nada. Eso es simplemente una creencia. Es algo que NO SE si va a suceder. Es un fantasma. Quizás suceda algo que no conozco, algo que no quise, algo raro, algo bueno…. lo que sea!. Sea como sea, el mundo no va a explotar porque yo no sepa hacia donde voy. Vivir mi vida a la deriva es una opción viable. Está ahí, existe. Hay gente que vive así y yo también puedo elegir eso.

No obstante, vivir en la incertidumbre no necesariamente implica estar a la deriva. Hay otra posibilidad que me gusta mucho: la curiosidad

La curiosidad es una flor que crece del árbol de la incertidumbre. Abre puertas. Es una manera diferente de relacionarme con el futuro. Es el camino (o el no-camino) del científico, del niño, del explorador, del artista. Lo más bonito de ésto: No se requiere saber nada para vivir así. Todos son bienvenidos.

Cuando algo me produce curiosidad, algo se enciende adentro mio. Es una manera rápida de salir de la parálisis y pasar a la acción. Por ejemplo, en éste momento me produce curiosidad saber como sería tener un blog y por eso escribo. Me llama la atención hacer esto. Me podría llamar la atención pintar un graffiti de un equipo de fútbol, o estudiar neurociencias, pero en este momento esto me genera curiosidad y me aventuro a explorarlo sin saber que va a pasar.

Con la curiosidad todavía existen ilusiones. Cuando imagino como sería viajar a Suecia o a Tailandia, estoy imaginando cosas en mi mente. Me veo practicando el idioma, comiendo comida diferente, haciendo señas para tratar de que la gente me entienda, etc. Pero reconozco que es una ilusión, y que la realidad que voy a encontrar es muy distinta. Esto es lo fundamental. Se que esas imágenes que genera mi mente en forma de miedos, ilusiones, metas, etc, son sólo suposiciones, no realidades. Son cosas que sólo existen en mi mente. Son pensamientos. La realidad vista sin esos pensamientos es mucho más sencilla. No creo que sea tan emocionante como en mi cabeza, pero es como es.

Ésta es la mayor diferencia que veo yo con respecto a ir a la deriva: Cuando siento curiosidad tengo una dirección. No se que va a pasar, porque no tengo forma de experimentar o conocer plenamente esa realidad futura ahora, pero tengo interés en ir hacia ese lugar. Parto desde la incertidumbre, me animo a crear una fantasía en mi mente, pero la incertidumbre sigue como base.

Si entiendo que lo que veo en mi mente son sólo pensamientos y no realidades, mi reacción frente a esos estímulos es diferente. La intesidad de ciertas emociones (como la ansiedad o el miedo) disminuye y esto es algo que disfruto mucho. Empieza a aparecer en su lugar una especie de flexibilidad frente a lo que quiero. Sigo teniendo preferencias por ciertas cosas, pero es un enfoque diferente. Retomo el ejemplo del dinero que había presentado en el post de saber antes de hacer: me produce más curiosidad, me llama más la atención, la idea de tener dinero versus la idea de vivir en la calle. A pesar de seguir yendo en la misma dirección que antes, no estoy creyéndome a ciegas que tener dinero es lo mejor del mundo ni sintiendo pánico ante la posibilidad de vivir en la calle. Conservo un lugar para lo desconocido. No estoy totalmente cerrado a experimentar una cosa o la otra. Acepto que en el fondo no se como me voy a sentir si alguna de esas opciones se vuelve realidad. Quizás no tener dinero no sea tan malo como creo, viviría sin miedo a que me roben, sería más social, disfrutaría de dormir tranquilo en una plaza, etc. Y quizás tener mucho dinero no sea tan maravilloso, tendría que destinarle mucho tiempo a trámites aburridos en bancos, o aprender más de economía, o de la situación financiera de mi país o el mundo.

Otra cosa linda de ésta manera de actuar es que me saca de mi cabeza y me conecta con la realidad. Siento curiosidad por experimentar algo y no puedo lograr eso desde mi cabeza, tengo que salir, vivir. No se cual es la mejor manera de hacer algo, no se nada de nada, pero el tiempo pasa y algo voy a hacer. Entonces pruebo, elijo algo sin saber, sin creer, y veo que pasa. Es casi como apostar.

Las cosas pueden salir mal. Puedo fracasar. Pero ¿qué es el fracaso? ¿Que algo no resulte como yo quise?, ¿que algo sea diferente a lo que pensé?, ¿que suceda algo realmente nuevo?. Evitar obsesivamente el fracaso es desear que las cosas se mantengan inmóviles, es desear que no pase nada inesperado, es cerrarse a la vida, es limitar mis experiencias sólo a lo que puedo ver con antelación. Encerrarme en los confines de mi mente, de lo conocido.

Si reconozco ese miedo a lo desconocido, puedo ver que muchos de mis pensamientos o emociones vienen de ahí y lo que buscan es seguir repitiéndose (por lo general encuentran la manera de lograrlo). Mi rechazo a ciertas ideas, o sentimientos viene justamente de que presentan una posibilidad real de cambio. Creo que la única puerta de salida es la curiosidad. Una sana y constante curiosidad. Hacer algo sin entender previamente sus consecuencias, actuar desde la ignorancia. Tolerar estar en un lugar que no conozco sin querer todo el tiempo volver a la tranquilidad de mi mente. Y con lugar no me refiero necesariamente a un lugar físico, sino el hacer algo diferente, el sentir algo diferente. Dejarme morir a ver que es lo que nuevo que surge en mi cuando “yo” ya no existo.

La vida se siente un poco más como una aventura si vivo así. Y no hace falta que salte de un acantilado, o viaje a África. Es simplemente ésta voluntad de adentrarse en lo desconocido, de soltar completamente lo que creo conocer y ver que pasa, arriesgarme a experimentar lo que no conozco. ¿Por qué arriesgarme? ¿Qué me motiva a soltar amarras y dejar atrás lo que conozco (y con ello dejarme también ahí)?. No lo se con claridad, pero tampoco veo una razón que me motive a seguir siendo yo, más allá de ésta insípida inercia.

Actuar desde mis creencias, suponiendo que sé que es lo que quiero y que se que es lo que va a pasar, no elimina la posibilidad de que fracasar. De hecho es ese mismo paradigma el que crea la noción de fracaso, que vendría siendo todo lo que no encaja dentro la fantasía de éxito a la que me he aferrado. El miedo al fracaso surge justamente de saber que son mis creencias las que están en juego. Que es mi identidad o mi ego el que está involucrado. Lo que estaba persiguiendo o tratando de lograr es algo que veía como un beneficio, algo que me iba a completar o iba a resolver algún problema que tenía.

El paradigma de hollywood está centrado en el personaje. No importa que es lo que persigue, importa él. Importa que una vez que consigue el objetivo se siente bien. Importa demostrar que eso era lo que necesitaba. La meta en si misma es irrelevante. Es sólo un medio para auto-completarse. En cambio desde la incertidumbre si me interesa conocer lo que no conozco. De hecho eso es la curiosidad, un interés sincero por algo. No lo busco para solucionar mis problemas, ni para comprobar mis teorías, ni para sentirme realizado o completo. Lo busco porque me interesa, porque quiero experimentarlo.

Me parece que un ejemplo con el que es fácil explicarlo es con las relaciones amorosas: Si estoy buscando a alguien con determinadas características o que me haga sentir determinadas cosas, no estoy realmente interesado en conocer a otro, sólo estoy buscando una pieza que me falta. Yo soy el centro de esa historia. En cambio si no tengo una idea del tipo de mujer que me gustaría conocer y no espero que sea de una manera determinada para que llene mis expectativas, me sorprendo cuando la conozco, quiero saber más acerca de ella y adentrarme en ese mundo que yo jamás podría crear sólo. Hay un interés real en la persona. No le estoy imponiendo la obligación de hacerme feliz que es algo que cualquier otra persona que cumpla ciertos requisitos puede lograr.

Al interesarme realmente por las cosas que quiero, en cierta manera dejo de estar “yo” en riesgo. Yo ya estoy acá, entero, completo, y camino hacia eso que quiero experimentar con curiosidad, sin estar obsesivamente expectante de los beneficios que voy a sacar de ahí.

¿Es una manera fría de querer algo? Quizás. Puedo creerme que se algo, que se como debería ser la vida, que se lo que quiero, y en base a eso tratar de conseguir cosas. Puedo jugar a ese juego, pero yo personalmente encuentro más paz en notar que todo eso son ideas, en notar que no se, que no tengo razón, que no tiene sentido aferrarme a lo que quiero. Sobre todo porque noto que me estoy aferrando a la cosa en sí, sino que estoy defendiendo lo que he creado, lo que conozco. Nada más.

Creo que la curiosidad es algo innato en todo niño y es una habilidad que vale la pena conservar. Es la manera biológica de actualizar el firmware que tenemos en la cabeza, permite que entren cosas nuevas en mi vida. Cómo digo Steve Jobs en el discurso que dio en Stanford: Stay hungry, stay foolish. (permanece hambriento, permanece insensato/tonto/imprudente)